mayo 17, 2024
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Cempasúchil, la flor del amor eterno

Detrás del uso de esta hermosa planta en la conmemoración de los Fieles Difuntos, existe una leyenda de una pareja enamorada

En los altares que se colocan en honor a las personas que ya han fallecido y que, según el folclor mexicano, nos vienen a visitar en los primeros días de noviembre, se colocan pétalos de la flor de Cempasúchil, pues se cree, que su aroma los guiará a casa.

La relación de esta planta de colores naranjas y amarillos con la tradición de los Fieles Difuntos, inicia con una leyenda, en la que dos jóvenes enamorados, llamados Xóchitl y Huitzilin vivieron una trágica historia de amor, que al final vivió para siempre.

De acuerdo con la historia, ellos nacieron y crecieron juntos, primero se convirtieron en grandes amigos y, conforme fueron creciendo, un amor nació entre ellos, es por ello, que decidieron subir a la colina más alta y pedirle a Tonatiuh, el Dios Sol, que bendigo su amor.

Tonatiuh, vio la sinceridad de sus sentimientos y aceptó su unión, sin embargo, poco tiempo después, una guerra estalló por lo que Huitzilin fue llamado a luchar.

Los meses pasaron, cuando Xóchitl recibió la noticia de que su amado había fallecido en el frente de batalla; abrumada por el dolor de la pérdida, recurrió una vez más al Dios Sol, a quien imploró que le permitiera estar con Huitzilin en la eternidad.

Él la escuchó, por lo que la joven se desvaneció y en su lugar apareció una flor tan naranja y brillante como el sol: el Cempasúchil.

Sin embargo, el botón de la flor permaneció cerrado por mucho tiempo, hasta que un día, un pequeño colibrí se posó en ella y esta comenzó a abrirse, dejando ver su hermoso color y dejando salir su inconfundible aroma.

El pequeño colibrí era su amado Huitzilin.

Redacción: Alma Burgos Simón

 

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