junio 1, 2024
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Un tiburón ayudó a resolver un asesinato

El feroz animal vomitó un brazo humano, pero resulta que esa persona había sido reportada como desaparecida semanas antes

La realidad muchas veces supera la ficción o de hecho las películas más fantasiosas se inspiran en hechos que realmente pasaron y que dejan a más de uno con la boca abierta.

Este es el caso de un tiburón capturado en aguas australianas y puesto en un acuario, vomitó frente a los visitantes del lugar un brazo humano, del cual se podía ver aún un tatuaje.

Transcurría el año 1935, en Sídney, Australia, cuando una hembra de tiburón tigre que había sido capturada unos días antes del océano y puesto en un acuario particular de la ciudad, con la esperanza de llamar a más visitantes, cuando se dio este macabro hecho.

El plan del dueño del acuario, Bert Hobson, había logrado su propósito de atraer a más curiosos a su negocio, desde la llegada del tiburón de unos 4 metros de largo, pero lo que no se imaginaba es que, su acuario se convertiría en una “escena del crimen”.

Decenas de personas se encontraban mirando la enorme pecera donde estaba el animal, cuando este comenzó a vomitar, devolviendo un ave, un ratón y por último… un brazo humano.

Ante el terror de los presentes, el acuario debió ser cerrado a la espera de la policía, quienes rescataron la extremindad humana, antes de que sea devorada por otros inquilinos del acuario y así comenzar una investigación, que de entrada, se catalogó como un accidente, es decir, se creía que algún pescador o bañista que habría sido devorado por el tiburón.

Sin embargo, tras las primeras pesquisas se identificó el brazo, el cual le pertenecía Jimmy Smith, pero lo más asombroso fue que, los forenses determinaron que no fue el tiburón el que le arrancó el brazo al hombre, este se había limitado a comer lo que flobata en el mar, ya que este habría sido cortado, y además aún tenía unas cuerdas atadas al mismo.

Es decir, que el hombre fue asesinado, desmembrado y finalmente arrojado al océano.

Pronto la policía encontró a su primer y único sospechoso de estos actos, un hombre identificado como Reginald Holmes, pero nunca hubo las suficientes pruebas para condenarlo, por lo que el hombre nunca pagó por este delito.

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